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Ambiente de crisis en Europa del Este

23 de septiembre de 2010

En Europa del Este podría llevarse a cabo un otoño caliente en la política. Incluso, se vislumbra un cambio de época en el escenario post-soviético. Un comentario de Ingo Mannteufel.

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En Alemania y en Europa crece actualmente de forma desapercibida la sensación de crisis en los Estados post soviéticos. Aunque Rusia y sus países vecinos son tan importantes para la paz y la prosperidad del continente como casi ninguna otra región del mundo, por desgracia, la indiferencia y la ignorancia de estos países se han extendido.

Mensajes actuales, sobre todo negativos, se clasifican en Alemania de acuerdo con los estereotipos habituales sobre Europa del Este y no se analizan más allá. Las consecuencias de este descuido se ven reflejadas de forma impresionante en la guerra entre Rusia y Georgia, que librara hace dos años. Para la opinión pública europea la guerra fue completamente sorpresiva, a pesar de que se había anunciado previamente unos meses antes. Incluso ahora se presta poca atención a la situación en Europa del Este, aunque el verano caliente en Europa del Este implique un otoño político caliente.

En Rusia aumenta el ambiente de protesta social. Ésto es una consecuencia de los incendios forestales, debido a que no fueron solamente combatidos de forma ineficiente, sino que ahora también suben los precios de los alimentos básicos. El sistema político creado por Putin y el mismo primer ministro sufrieron una notoria pérdida de confianza.

Ingo Mannteufel
Ingo Mannteufel, redactor en jefe del programa ruso de Deutsche Welle.

Además, se refuerzan los indicios de que entre el presidente Dmitri Medvedev y su mentor, Vladimir Putin, podría generarse un conflicto por las elecciones presidenciales de 2012. Mutuos alfilerazos políticos entre Medvedev y Putin crean una situación política confusa e inestable. Algunos observadores comparan esta situación con los primeros años de Gorbachov, cuando éste trató de abordar la crisis del comunismo soviético con una reforma política radical ofensiva, desatando así una lucha de poderes al interior del partido.

Así como la catástrofe de Chernobyl, los incendios forestales de este verano podrían actuar como catalizador del descontento cotidiano respecto a las condiciones de vida. Al mismo tiempo, la ira de muchos rusos se dirige menos directamente hacia Putin y más contra los representantes de su burocracia.

Un indicador importante para el desarrollo posterior podría ser el comportamiento de la población del próximo 10 de ser octubre, cuando la "democracia guiada" en Rusia se encontrará frente a las cientas de elecciones comunales. Si el partido de Putin no obtiene los resultados esperados a pesar de los recursos administrativos, ésto sería un presagio para las elecciones presidenciales de 2012, y un shock para la élite gobernante.

Pero no sólo Rusia se enfrenta a un otoño caliente en la política. La situación en otros Estados post-soviéticos es mucho más tensa: en Kirguistán se realizarán el 10 de octubre elecciones parlamentarias que buscan estabilizar al país después del golpe contra el régimen Bakiew y de los disturbios étnicos. Una división de Kirguistán se encuentra todavía en el aire, porque los gobernantes provenientes de la época de Bakiew en el sur se conforman sólo de mala gana con el nuevo Gobierno en el norte del país.

En los países que se encuentran entre Rusia y la Unión Europea el ambiente también está que arde. Los ucranianos elegirán el 31 de octubre de 2010, por primera vez, nuevos parlamentos municipales desde la elección de Janukowitsch. Desde que asumió el cargo aumentan las tendencias autoritarias. El resultado de las elecciones agravaría más el clima político.

En la República de Moldavia tampoco existen perspectivas de una rápida solución de la grave crisis política. Sin embargo, allí también se llevarán a cabo nuevas elecciones el 21 de noviembre de 2010. Y en Bielorrusia, país gobernado de forma autoritaria, el presidente Lukaschenko quiere organizar para el 19 de diciembre de 2010 su reelección. Aunque tiene bajo control el interior del país, su Gobierno de muchos años es posible gracias a las muy buenas relaciones con Rusia. Pero debido a la campaña anti-Lukashenko que se lleva a cabo desde hace algunas semanas en los medios de comunicación, se nota un deterioro significativo en la relación entre Minsk y Moscú. Ésto no sólo hace previsible otra “guerra del gas” entre Rusia y Bielorrusia en el invierno próximo, sino que influye en el resultado de las elecciones presidenciales de manera significativa.

Todo indica que en otoño e invierno de 2011 aumentarán las tensiones políticas en Europa del Este. Pero hay más: luego del declive en los años 90 y de la estabilización en la primera década del siglo XXI, se vislumbra ahora un cambio de época en Europa del Este. Cada vez es más claro que las reglas políticas creadas en los últimos años en los Estados post-soviéticos llegan a los límites de su potencial de desarrollo autoritario.

En la población de propaga la sensación poco concreta y casi apolítica de que las cosas no pueden seguir como antes, aunque actualmente todavía sea incierta una nueva dirección. Alemania y Europa harían bien en observar y apoyar activamente estos procesos políticos y sociales en la segunda mitad de su propio continente.

Autor: Ingo Mannteufel

Editor: José Ospina-Valencia