Alemania en bicicleta: desde los Alpes hasta el Mar del Norte
15 de julio de 2008Además de ser una alternativa muy práctica, recorrer los paisajes fluviales alemanes es toda una delicia. Es muy práctico porque el río marca el camino y los ciclistas sólo tienen que seguirlo, unas veces de un lado, otras veces del otro. El río se convierte así no sólo en guía, sino en acompañante y fuente de descanso
Ríos en Alemania hay para muchos gustos, aunque no para todos, pues aquí no hay ríos tan caudalosos y agrestes que se presten para practicar rafting, pero sí el remo y el canotaje. El Rin, por ejemplo, es un río que lo tiene casi todo: desde tranquilos tramos que permiten un refresco en sus aguas, hasta aguas plagadas de remolinos no aptas para nadar, como a la altura de Colonia, en donde se reportan unos 15 casos de ahogamientos cada año.
El Rin: un río, cinco países
El Rín no es “sólo” un río, es una de las vías fluviales más transitadas del mundo. De sus 1.324 kilómetros de longitud, 883 son navegables. Y no es para menos, pues el “Padre Rin”, como era llamado en la antigüedad, recorre media Europa: desde los Alpes Suizos, en donde nace, pasa a Alemania, sin dejar de influir en territorios austriacos y franceses, por sus afluentes e impacto climático, por lo general benigno, pues a lado y lado del Rin hay viñedos de fama mundial.
Pero es que el Rin es todo un sistema fluvial al que pertenecen el Meno, el Mosela, el Aar y, hasta 1904 el Maas, que fue canalizado en la parte holandesa.
Lo cierto es que el Rin, como el Mosela, el Elba, el Meno, el Oder, para mencionar sólo los más grandes, ofrecen excelentes ciclorutas paralelas.
Flores en Constanza, barcos cisterna en Rotterdam
No importa por cuál río se decida, el ciclista verá cómo a su paso, los ríos ofrecen los más variados paisajes. Un mundo, es por ejemplo el Lago de Constanza, que comparten Alemania, Suiza y Austria, en donde reinan las flores y los deportes acuáticos, y otro el delta del puerto industrial de Rotterdam, en donde el Rin se vierte en el Atlántico frío y gris.
Todos estos paisajes que desde la bicicleta se pueden disfrutar… o simplemente conocer, como el del sitio de encuentro entre el Isar y el Danubio. Si bien no siempre el recorrido en bici va justo a orillas de los grandes ríos, éstos nunca están muy lejos, ya que las ciclorutas han sido hechas usando las ventajas de los mismos valles. A menudo, paralela a la ciclovía, hay también una línea férrea, como a lo largo del Meno. Una oferta que invita a hacer paseos de un día, en los que, por ejemplo, se parte en la mañana en bici de Frankfurt hasta Maguncia o viceversa, y se regresa en la tarde en un cómodo tren de cercanías.
Bici, ríos, brisa y mar
Por último, permítanos una recomendación. Pasear en bicicleta a orillas de un río es, a veces más fácil si se conduce en dirección contraria a la corriente pues, sobre todo en el norte de Alemania, a lo largo del Elba, el viento sopla fuerte del noroeste.
O si prefiere ir contra la corriente, hay que reconocer lo reconfortante que es sentir la refrescante brisa marina después de haber pedaleado una jornada junto a un río. Ya a orillas del mar se sentirá orgulloso/a de haber alcanzado la meta, como el río que lo/a llevó hasta el Mar del Norte.