Alemania discute adopción y tráfico de menores
14 de diciembre de 2004El gobierno federal alemán propone una relajación de las leyes que regulan en el país la adopción de menores. Hasta el momento, la mayor de las barreras la constituye la edad límite para la adopción: 35 años. La ministra alemana de Familia, Renate Schmidt, del gubernamental partido socialdemócrata, ve en la tendencia a la implosión demográfica que vive el país, y Europa en general, el mayor motivo para tal medida.
Si bien no existe una ley expresa que establezca ese límite de edad, en la práctica los bebés y los infantes sólo son entregados en adopción a parejas casadas que no rebasen ese límite. Además, la diferencia entre la edad del infante y la de los padres adoptivos no puede pasar de cuarenta años. Según la propuesta de Schmidt, los reglamentos de adopción "serán remozados de acuerdo a la realidad".
El bienestar del niño en la mira
Tanto miembros del partido de Los Verdes como directivos de los Tribunales de Menores –encargados en Alemania de los trámites de adopción- se han manifestado, si no en contra, bastante escépticos frente a los planes de la ministra. Aduciendo que se trata en primera línea del bienestar de los niños -y no del crecimiento demográfico ni de realizar los sueños de parejas sin hijos- las autoridades competentes no ven una necesidad real para el cambio de la legislación.
Sólo una de cada veinte
Por cada veinte parejas que solicitan una adopción, hay un infante. Por ello "desde el punto de vista de los Tribunales de Menores, no es necesario cambiar la ley", declaró al rotativo Süddeutsche Zeitung, Sobert Sauter, presidente de la Asociación de Tribunales de Menores. En su opinión, no es la relajación de los procedimientos de adopción lo que llevará a las parejas, sobre todo a las mujeres a tener más niños, sino un cambio en las estructuras sociales de apoyo a las madres y a las familias.
Sin embargo, las muchas parejas que no ven cumplido su deseo de adopción echan una mirada hacia fuera de Alemania, lo que facilita enormemente el asunto. El ejemplo más prominente y conocido es la familia del propio canciller alemán. Gerhard y Doris Schöder adoptaron, a los 60 y 41 respectivamente, una niña. El punto que marca la diferencia es que no fue una institución alemana la encargada de tramitar la adopción, sino una rusa.
Adopción y tráfico
En 2002, Alemania ratificó el Tratado de adopción de La Haya de 1993, en el cual se establece un número de requisitos básicos para la adopción de un país a otro y tiene el objetivo de prevenir unas prácticas ilegales como, por ejemplo, el tráfico de niños. Se trata de que las instituciones correspondientes en el país de origen del infante como en el país de los padres adoptivos revisen cada caso, sobre todo de que no haya presión ni dinero de por medio. Lamentablemente, sólo 46 países han ratificado el Tratado, y en algunos de ellos, a pesar de haberlo ratificado el mundo burocrático y de la corrupción es tan denso que el tráfico de infantes es sinónimo de adopciones internacionales.
Las agencias tramitadores tienen su sede en China, Guatemala, Corea del Sur, y sobre todo en Rusia y en Ucrania. El soborno, la corrupción, la presión y la violencia muchas veces forman parte de sus métodos para conseguir los bebés, por los que se ofrece un buen precio en los países industrializados: hasta 30.000 dólares. Y con tal de saltarse los obstáculos burocráticos y los complicados procedimientos legales, no son pocas las parejas dispuestas a desembolsarlos haciéndose de la vista gorda con respecto al camino recorrido por el infante desde su nacimiento hasta su adopción.