Acuerdos, desacuerdos y pocos cuerdos
28 de agosto de 2002Ya en la etapa de los preparativos se subrayó que la cumbre sobre desarrollo sostenible sería un fracaso si sólo arrojaba las declaraciones bienintencionadas de rigor, en lugar de medidas y plazos concretos para resolver los problemas que afectan a la mayor parte de la humanidad: pobreza y deterioro del medio ambiente. Este miércoles, el World Wide Fund for Nature (WWF) volvió a advertir que las negociaciones corren peligro de zozobrar en medio de tanta táctica burocrática.
"De ser posible"
Efectivamente es poco lo que se ha conseguido hasta el momento, aparte de un acuerdo para rescatar especies ictícolas. Sin embargo, tampoco va mucho más allá de expresar el loable propósito de dar un respiro a los peces, diezmados por los excesos de la industria pesquera, para que logren recuperar su población hasta el año 2015. Lo que ha indignado a los defensores de la naturaleza ha sido que la declaración fuera complementada con el añadido "de ser posible".
"Cuando recibo una cuenta, tampoco puedo decir la pagaré de ser posible", afirmó un miembro del WWF. Los ecologistas critican, además, que el plazo es demasiado largo y no servirá para salvar a especies ya cercanas a la extinción. De acuerdo con datos de la ONU, el 75% de los bancos de peces existentes a nivel mundial se ve amenazado. Y esto no sólo representa un grave problema ecológico, sino también una amenaza para la subsistencia de los aproximadamente 400 millones de personas que viven directamente de la pesca.
Este es un ejemplo de la compleja ecuación que se pretende resolver en la cumbre de Johannesburgo: favorecer el desarrollo económico, sin depredar el medio natural que lo sustenta. El principal peligro radica en que los acuerdos, en general, terminen siendo tan difusos como éste. Evitarlo no es fácil cuando se trata de conciliar las necesidades e intereses de aproximadamente 190 países. Menos aún, teniendo en cuenta que las alianzas cambian de acuerdo al tema.
El eterno apego a las subvenciones
Estados Unidos se ha llevado hasta ahora el grueso de las críticas, por su postura reacia a incluir nuevas metas en la agenda y por frenar, en diversos campos, los esfuerzos en pro de la protección del medio ambiente. Sin embargo, no es el único que ha merecido quejas. También la Unión Europea, a la que los países del Tercer Mundo veían como un posible aliado, ha decepcionado en lo tocante al peliagudo tema de las subvenciones agrícolas.
Ante la resistencia de Francia, Irlanda y España, la UE no defendió el recorte de las subvenciones que distorsionan el mercado, como deseaba Alemania, sino sólo de aquellas nocivas para el medio ambiente. Ello está impidiendo un acuerdo en el capítulo de comercio y finanzas, de manera que probablemente tengan que ocuparse de él los jefes de gobierno en persona, la semana entrante. Y ni así está garantizado el éxito en un campo en el que hay mucho en juego: los países industrializados subvencionan su agricultura con cerca de 350 mil millones de dólares anuales. La cifra supera en casi 7 veces la destinada a la ayuda al desarrollo.
Elemento vital
Igualmente delicado, aunque en otro terreno, es el problema del agua, que también se discutió este miércoles en Johannesburgo. Según informaciones del Banco Mundial, más de un millón de personas carece actualmente de agua potable, y 4 millones no disponen de sistemas de desagüe propiamente tales. El organismo financiero advirtió que, si no se toman las medidas adecuadas, de aquí al año 2035 la mitad de la población mundial podría vivir en países con escasez de agua.
Es una pieza más del gigantesco desafío que se plantea en Johannesburgo. Un desafío que la humanidad sólo podrá superar con una conciencia global. Pero, por desgracia, los frutos de la globalización no parecen crecer en esa dirección.