Pacto germano-suizo
8 de abril de 2012El semanario Der Spiegel pronostica que las relaciones entre Berlín y Berna se tensarán aún más de lo que estaban desde el 31 de marzo, cuando las autoridades helvéticas anunciaron su intención de acusar a tres inspectores fiscales alemanes de espionaje industrial y procesarlos por comprar información sobre las cuentas bancarias suizas de evasores de impuestos germanos: este 7 de abril, la revista reveló que un funcionario de Renania del Norte-Westfalia estaba por comprar aún más datos, pertenecientes a por lo menos mil personas.
El director de la oficina de Hacienda de la ciudad de Wuppertal y el Ministerio alemán de Finanzas están sopesando la posibilidad de pagar dos millones de euros por información confidencial relacionada con cuentas del banco privado Coutts, de Zúrich, aún después de que los Gobiernos de ambos países sellaran un pacto histórico para cobrar impuestos a los propietarios de cuentas secretas en Suiza. Para entrar en vigor, el acuerdo que busca desalentar la evasión fiscal en Alemania será sometido a votación en el Bundesrat el 12 de abril.
Si el trato es aprobado en el Consejo Federal, Alemania dejaría de hacer investigaciones encubiertas en territorio helvético para desenmascarar a sus evasores de impuestos y Suiza suspendería la orden de arresto que pesa sobre los tres inspectores fiscales alemanes aludidos. Pero no son pocos los que se oponen a este convenio, alegando que la medida es demasiado blanda: la idea es que los bancos helvéticos obliguen a sus clientes alemanes a pagar impuestos por sus cuentas y entreguen las sumas recaudadas a Alemania.
El Gobierno de Angela Merkel defiende la moción asegurando que los 10.000 millones de euros que antes fluían hacia los Alpes ahora ingresarían a las arcas del Estado alemán, pero para darle luz verde necesita el respaldo de los socialdemócratas, quienes tienen la mayoría en el Consejo Federal. Y la oposición no ve con buenos ojos el pacto con Suiza. “La contribución de los bancos extranjeros a la evasión fiscal debe ser investigada sistemáticamente”, sostiene el jefe del Partido Socialdemócrata de Alemania (SPD), Sigmar Gabriel.
Suiza teme por su “secreto bancario”
“Cuando dictadores y asesinos se han visto obligados a abandonar sus países de origen, ellos han tendido a colocar sus bienes robados en Suiza”, enfatizó Joachim Poss, líder parlamentario del SPD. Y a La Izquierda no le bastan las promesas de los bancos suizos de someter a sus clientes alemanes a impuestos de entre un 21 y un 41 por ciento sobre los activos financieros depositados en la última década o de obligar a los herederos de las cuentas a darle el 50 por ciento de su contenido al fisco germano.
Además, los socialdemócratas critican que, como el acuerdo entraría en vigor el 1 de enero de 2013, se le estaría dando demasiado tiempo a los evasores para poner a salvo su dinero en otros paraísos fiscales. Otro punto en contra del arreglo al que llegaron Alemania y Suiza este jueves (5.4.2012) es que la cantidad que se recaudaría es pequeña, si se le compara con los aproximadamente 180.000 millones de euros que los acaudalados alemanes tienen escondidos en los Alpes.
No obstante, esta es la única concesión que Suiza está dispuesta a hacer para no sacrificar del todo el secreto bancario, la tradición legislativa instaurada en 1934 que ha contribuido a convertirla en una nación próspera, estimulando la evasión fiscal en otros países. Aparte de Alemania, también Estados Unidos tiene en la mira a una decena de bancos suizos; y la Unión Europea no disimula su deseo de poner fin al privilegio helvético de la confidencialidad bancaria. Berna aspira a que la firma del acuerdo bilateral con Berlín apacigüe a Bruselas.
Suiza se resiste a proporcionar datos bancarios a otros Estados para no poner en peligro el anonimato que hace de ese país un lugar atractivo para abrir depósitos. El país alpino teme que sus problemas con Alemania y Estados Unidos provoquen una fuga de capitales, haciendo que Suiza deje de ser un actor global en el ámbito financiero para convertirse en una mera caja de ahorro en el corazón de Europa. Sus relaciones con Berlín se deterioraron mucho en febrero de 2010, cuando las autoridades fiscales germanas compraron varios discos compactos con información sobre los clientes alemanes del banco Credit Suisse; esa operación llevó a la recolección de unos 900 millones de euros en impuestos evadidos.
Autor: Evan Romero-Castillo
Editora: Claudia Herrera Pahl