Violencia, Rusia y más crisis
Dos hechos violentos conmocionaron Europa durante la semana. El primero de ellos tuvo lugar en Lieja, Bélgica, donde un hombre de 33 años sembró el pánico en el centro de la ciudad al abrir fuego de forma indiscriminada. Cuatro personas fallecieron y más de un centenar quedaron heridas. El asesino, un fanático de las armas que disfrutaba de libertad condicional desde 2010, se suicidó después. Los hechos conmocionaron a toda Bélgica y el recientemente nombrado primer ministro belga, Elio di Rupo, realizó las siguientes declaraciones cuando visitó el lugar de los hechos: “Se trata de un hecho aislado. No ha sido un acto terrorista ni un atentado. Es comprensible el shock que sufre todo el país. Lo compartimos”
De distinto cariz fueron los hechos ocurridos en un mercado de Florencia, Italia, donde un militante de ultraderecha mató a tiros a dos senegaleses antes de suicidarse acorralado por la policía. El asesino era miembro de la asociación neofascista Casa Pound. Era un conocido militante de extrema derecha que había publicado en varios libros sus tesis antisemitas y racistas.
Mateo Renzi, alcalde de Florencia, declaró que “se ha desatado el miedo y la ansiedad entre la población, no solo entre los senegaleses, sino entre todos los ciudadanos de Florencia. Se trata de un acto criminal de xenofobia por parte de un perturbado, que pone de manifiesto, sobre todo, su locura. “
Las protestas continúan en Rusia tras las elecciones del pasado 4 de diciembre. El primer ministro, Vladimir Putin, salió al paso durante una entrevista televisiva, insistiendo en que se trató de un proceso libre y justo: "La oposición no está contenta con los resultados y habla de fraude. Es normal. Pero los resultados electorales reflejan de forma realista los deseos del país”.
Para Putin, se trata de una maniobra de la oposición, que aprovecha cualquier oportunidad para criticar al poder y cree que las manifestaciones antigubernamentales son reflejo de una sociedad sana. Sobre la concentración de miles de personas en Moscú que portaban cintas blancas como señal de descontento, Vladimir Putin afirmó: “Si quieren que les sea sincero, cuando vi la protesta por televisión, pensé que se trataba de una nueva campaña anti-sida”.
Europa vivió esta semana los coletazos de la cumbre celebrada la pasada semana, en la que se llegaron a acuerdos de los que Gran Bretaña se desvinculó. El primer ministro británico, David Cameron, encontró tanto críticas como apoyos en su propio país a su decisión de rechazar el acuerdo de la Unión Europea. En el Parlamento europeo de Estrasburgo, se debatió sobre la cumbre de Bruselas, y, finalmente, Herman Van Rompuy, propuso observar con cierta perspectiva la crisis económica: “Cuando hayamos dejado atrás la crisis, nos daremos cuenta de lo que hemos conseguido en 2010 y 2011. Y, quizá, lo que ahora parece un annushorribilis, se nos revele como annus mirabilis.”
Para la canciller alemana Angela Merkel, la cumbre de Bruselas ha supuesto asentar las bases de la nueva Europa. “Hoy podemos asegurar que ya no hablamos sobre unión fiscal, sino que estamos empezando a conseguirla. Ese era el objetivo del Gobierno alemán para la cumbre de estados y gobiernos europeos de la semana pasada. Hemos logrado ese objetivo y no podemos sino congratularnos por ello”.
Por su parte, Christine Lagarde, directora del Frente Monetario Internacional, explicó sus temores de que la crisis se extienda a todas las economías mundiales: "No hay economía en el mundo, ya sea pobre, emergente, media o super desarrollado, que sea inmune a esta crisis, que estamos viendo que no solo se extiende, sino que está escalando hasta un punto en el que todos deberíamos valorar cuáles pueden ser sus consecuencias”.
Autora: María Santacecilia
Editor: José Ospina-Valencia