Una planta llena de sorpresas
Las cervecerías artesanales, o microcervecerías, están de moda. Definidas generalmente como cervecerías de tamaño menor a las cervecerías corporativas y con un énfasis en el sabor y la técnica de fermentado en su producción, estas empresas cada vez se producen más cervezas diferentes y en mayores volúmenes por todo el mundo. Se trata de una tendencia fácilmente apreciable en Alemania, Reino Unido, Japón o Latinoamérica, por ejemplo, pero es especialmente notable en Estados Unidos, donde las cervezas artesanales ya llegan al 8 por ciento del comercio de cerveza, y la producción sigue creciendo aceleradamente.
Esto es una buena noticia para los cultivadores de lúpulo, la planta “mágica” que, entre otras cosas, le da a la cerveza su especial sabor. Para la producción de cerveza artesanal se precisa de lúpulo en mayores cantidades que para el caso de las cervezas producidas en masa, y además se necesitan variantes aromáticas especiales de estas flores para crear brebajes únicos y diferentes.
El lúpulo y Alemania
Este es un escenario ideal para empresas como la familiar Barth-Hass, actual mayor suministrador del mundo de lúpulo y productos relacionados. Fundada en 1974 en Núremberg, Barth-Hass es actualmente la mayor productora de lúpulo y productos relacionados del mundo. En sus 40 años de historia, esta compañía ha trasladado su base a Estados Unidos, y ha logrado posicionarse como líder en un mercado en el que Alemania, a pesar de contar con la segunda mayor plantación de lúpulo del mundo, no siempre se ha destacado.
En el siglo XIX, Alemania era el centro mundial del comercio de lúpulo. Pero con la creciente competencia de Estados Unidos en el sector, los años de la Ley Seca y las consecuencias de la II Guerra Mundial, el negocio declinó. Hoy día, con el resurgir de las cervezas artesanales en todo el mundo, el lúpulo vuelve a estar en una posición comercial privilegiada, y su cultivo también ha evolucionado en consecuencia, según Barth: “A lo largo de los años sean dado avances increíbles que nos permiten satisfacer la demanda de una industria diez veces más grande que hace apenas unos siglos con la mitad de superficie cultivable que entonces”.
La calidad de lo artesano
Las cervezas producidas en masa tienen, generalmente, un sabor “suave”; para los aficionados a las cervezas artesanales, de hecho, apenas se puede describir como sabor. La razón de ello es el lúpulo: las cervezas industriales requieren una menor cantidad de lúpulo, y esa es la razón por la que los precios del lúpulo permanecieron muy bajos durante varias décadas tras la II guerra mundial: había más oferta que demanda. Esta tendencia cambió en la década de los 90, cuando surgió el movimiento de las cervezas artesanales. Los precios del lúpulo aromático se han duplicado en los últimos cinco años, la demanda sigue creciendo.
Aún así, Barth no se arriesga. En su empresa, la oferta se ha diversificado para no ofrecer simplemente los frutos de la planta tal y como se cosechan, sino también otros servicios. Por ejemplo, toman los extractos de la planta y los venden directamente, o también comercian con las flores prensadas en forma de briquetas. También da seminarios y garantiza la producción sostenible y la formación de sus empleados. Y lo más sorprendente de todo: en su empresa cuenta con un taller donde se experimentan con nuevas maneras de preparar cerveza con su oferta de lúpulo, donde las cervecerías pueden acudir para recibir asesoramiento e ideas.
Hoy en nuestras Audiorecetas les animamos a que se monten un laboratorio en casa, adquieran unas pocas flores de lúpulo y se animen a preparar su propia cerveza casera de malta muy apta para servir fresquita en cualquier ocasión: una cerveza de malta casera.
Autora: Lydia Aranda Barandiain
Editor: Enrique López
