Gas mostaza: su complejo proceso químico de destrucción
Aunque la Segunda Guerra terminó hace más de medio siglo, en Alemania se siguen encontrando armas químicas. Algunas provienen incluso de la Primera Guerra Mundial, entre 1915 y 1918, la primera confrontación en la que se uso un gas como arma, inventado por Fritz Haber.
Alemania, así como Rusia, Estados Unidos y Gran Bretaña acumularon grandes depósitos de gas mostaza, tabún y sarín que, después de terminada la guerra, fueron enterrados o tirados al mar. Los hallazgos de estos mortales químicos son remitidos a una agencia especializada en su desintegración, con sede en Münster, la Sociedad estatal para la Eliminación de Materiales y Residuos químicos de Guerra (GEKA). Tan grandes son las cantidades de químicos por destruir que dicha empresa ocupa una extensión comparable a la de 23.400 campos de fútbol.
Contando con este know how, único en el mundo, Alemania ofreció a la Organización para la Prohibición de Armas Químicas (OPAQ) su ayuda en la destrucción de las armas químicas del régimen de Assad, 21 toneladas de gas mostaza.
Aguas residuales altamente tóxicas
Jean Pascal Zanders, experto belga en armas químicas explica a DW parte del proceso: "Las aguas residuales, producto de la hidrólisis del gas mostaza, contienen la misma toxicidad que las aguas provenientes de la producción industrial y estas deben ser también extinguidas en hornos de alta potencia”
Hidrólisis, un término proveniente del griego, no es otra cosa que la ruptura o disociación en la cual las moléculas de agua se dividen y sus átomos pasan a formar parte de otra especie química. Esta reacción es importante por el gran número de situaciones en las que el agua actúa como disolvente.
El gas mostaza mismo no es neutralizado por la GEKA, en Münster, lo que se hace allí es eliminar los residuos tóxicos del proceso de desintegración de las armas químicas. Este proceso tiene lugar en el barco estadounidense "Cape Ray", anclado en el Mar Mediterráneo.
Gas a presión
Las 21 toneladas de sulfuros del gas mostaza son expuestas a presión, agua caliente y una solución de hidróxido de sodio. Una combinación de la que resultan 370 toneladas de una sustancia hidrolizada o rota en su composición como arma química, dice Zanders, quien agrega que "esta sustancia corrosiva, que se compone del 72% de agua, 10% de sal, 10 de hidróxido de sodio y 8% de tiodiglicol, ditián y tioxán es necesario enviarla a Alemania para eliminarla y garantizar que no pueda volver a ser utilizada como precursor de gas mostaza.”
Según Andreas Krüger, director técnico de la GEKA, esta agencia estatal alemana tiene la capacidad para destruir las 370 toneladas de dicha sustancia tóxica, envasada en unos 15 tanques: "La GEKA tiene una experiencia de muchos años en la destrucción de armas químicas. Así que estamos preparados para asumir el reto. Debido a la gran cantidad debemos instalar un canal de acceso, pero eso no es ningún problema”.
Solo quedarán vapor y algunas sales, aún peligrosas
La operación durará unos 5 meses hasta que la última gota de sustancia hidrolizada sea inyectada en el horno que alcanza 1000 grados Celsius. Según las autoridades militares estadounidenses, la sustancia es muy fluida, por lo que no existe el peligro de un taponamiento de los canales de inducción. Pero en Münster se harán pruebas preliminares, en caso de los casos.
Al final del proceso de eliminación, del gas mostaza solo quedarán vapor de agua y algunas sales. "Se trata de sales como cloruro de sodio, que no es otra cosa que la sal con la que cocinamos, resultantes de la neutralización. Pero también sales del lavado de gases de combustión. Cuando los gases quemados se limpian, quedan sales como residuo”, dice Krüger.
El “Cape Ray“ se encuentra ya anclado en aguas internacionales, así que los expertos calculan que la destrucción de armas químicas sirias en Alemania podría comenzar pronto. Andres Krüger explica, por último, qué pasa con las sales residuales. "Estas sales, generalmente, son llevadas a depósitos especiales de largo tiempo”.