Electricidad a partir de fábricas de cemento
Fabricar cemento es un procedimiento que requiere de mucho calor. Las materias primas necesarias, como la piedra calcárea, se calientan en hornos tubulares rotatorios a 1.500 grados centígrados, y los gases emitidos abandonan el horno a unos 1.000 grados. Una parte del calor ya se utiliza actualmente para el secado y precalentado de los materiales, pero, a menudo, cerca de dos tercios de esa energía se pierden en el proceso.
Electricidad a partir de energía de desecho
La Fábrica de Cemento Portland en Rohdorf, Baviera, en el sur de Alemania, logró aumentar su eficiencia y ser más ecológica gracias a que el calor restante ahora impulsa una turbina de intercambio térmico para obtener electricidad. “Con el calor resultante producimos de cinco a seis megavatios de electricidad”, dice Helmut Leibinger, uno de los técnicos de la fábrica, “y eso corresponde al consumo de electricidad de más de 16.000 hogares, o al 30 por ciento de la demanda de electricidad de esta fábrica de cemento. A través de la electrificación casi completa, la usina bávara es capaz de ahorrar alrededor de 31.500 toneladas de emisiones de CO2 al año".
Pero esa no es la única ventaja: la fábrica también ahorra agua. En el pasado necesitaba unos 30 metros cúbicos de agua por hora –una cantidad que llenaría una piscina- extraída de las propias napas más profundas, para enfriar los gases emitidos a 430 ºC. Con esta nueva técnica de obtención de fluido eléctrico solo son necesarios 35 metros cúbicos de agua, y ésta se mueve dentro de un circuito cerrado. Es decir, que no es preciso renovarla.
Un ejemplo para otras fábricas de cemento
Para Bettina Rechenberg, de la Oficina Federal de Medioambiente, la fábrica de Baviera “es un ejemplo para muchas otras, en Alemania y en Europa”. Pero aclara que el funcionamiento de este establecimiento no puede aplicarse uno a uno a otras instalaciones, ya que cada fábrica de cemento es diferente a la otra. Se diferencian en los procedimientos y en las temperaturas de los gases de emisión. También es importante tener en cuenta la humedad de los materiales, agrega Volker Hoenig, director del Instituto de Investigación de la Industria del Cemento, de Düsseldorf.
Inversión amortizable luego de diez años
“Si la situación económica lo permitiera”, dice Hoenig, “también otras fábricas alemanas de cemento podrían obtener electricidad a partir del calor resultante de la producción”. Pero el uso del mismo tiene su costo: la Fábrica de Cemento Portland de Baviera pagó alrededor de 31 millones de euros por la utilización del calor para producir electricidad. Esa inversión se amortizaría, de acuerdo con el precio de la electricidad –que aumenta en cerca de un tres por ciento anual- después de diez a doce años, según Leibinger. Algo que solo pueden permitirse propietarios de establecimientos que no dependan de un rédito inmediato.
La idea de utilizar el calor que se produce durante los procesos de diversos materiales no es nueva. Alemania, así como el resto de Europa, es, en ese aspecto, un país en vías de desarrollo. En Japón, donde la electricidad es más cara, o donde el abastecimiento eléctrico es inestable, como en China, el panorama es diferente. En ambos países ya hay unas 500 fábricas de cemento que actualmente emplean esa tecnología. “En Japón y en China, esta tecnología ya se tiene en cuenta para la fabricación de intercambiadores térmicos”, subraya Hoenig. Pero no solo importa el factor económico, sino también la seguridad de poder contar con electricidad para los hornos cuando el abastecimiento, por un motivo u otro, se interrumpe.
Autor: Ralph Ahrens/ Cristina Papaleo
Editor: Enrique López